El mar de Aral fue hace años el cuarto lago más grande del mundo, con una extensión del tamaño de Irlanda, tanto es así que se le dio el nombre de mar por su gran tamaño, aunque se trata de un “mar” interior, en el que navegaban barcos y vivían numerosos peces.
Pero los mandatarios soviéticos decidieron traspasar sus aguas hacia Asia Central, para intentar convertir las desérticas tierras en un vergel donde producir miles de toneladas de algodón, para lo que construyeron 45 embalses, más de 80 presas y cerca casi 32.000 kilómetros de canales, condenando al mar de Aral a su desaparición.
Las construcciones se hicieron de forma tan deficiente que los canales pierden tanta agua o incluso más de la que transportan, por lo que hoy día el mar de Aral está a punto de desaparecer.
En la actualidad Kazajistán es uno de los mayores productores de algodón del mundo, pero la industria pesquera que dependía del mar de Aral ahora se encuentra con una zona muerta, por lo que la población y las ciudades que vivían de la pesca se encuentran ahora en la más absoluta miseria.
Ellos han cambiado un problema por otro, y por el camino hemos perdido una de los lagos más grandes que tenía nuestro planeta, y ha hecho desaparecer a la mayor parte de especies que vivían en él. 20 de las 24 especies de peces y otras tantas de aves, así como especies autóctonas de flora que han sido exterminados por la codicia humana.